20 horas_Cuidados Paliativos en Enfermos Terminales

Frente a la consideración de la muerte como el fracaso de una medicina
centrada en curar enfermedades y la actitud de resignación y abandono con
que la tecnología aborda a los enfermos terminales, reflejada en la expresión
“ya no hay nada que hacer”, surge en Gran Bretaña en los años 70 el
movimiento Hospice de ayuda a los enfermos desahuciados, cuyo espíritu
recoge la frase:

“Si podéis curar, curad; si no curáis, calmad; si no podéis calmar,
consolad”.

Atender al enfermo de manera integral consiste en abordarlo como un
todo, tratando las molestias y síntomas que origina su enfermedad, dolor,
dificultad respiratoria, escaras (aspectos físicos); apoyándole psicológicamente
para que pueda manifestar sus sentimientos y miedos y que con sus propios
recursos sea más capaz de soportar el sufrimiento (aspectos emocionales); en
un entorno lo más adecuado posible a su situación (aspectos sociales), y con
sensibilidad hacia la trascendencia que la muerte tiene para el ser humano y
hacia sus necesidades espirituales.

Esto se consigue de distinta manera según cada enfermo y cada familia,
porque ni todos los síntomas se pueden tratar, ni los enfermos reaccionan igual
a los mismos tratamientos. El dolor físico es un síntoma que preocupa, pero
que se puede controlar aceptablemente en un 90% de los casos. Esto no ocurre
con otros síntomas como el adelgazamiento extremo (caquexia), el deterioro
físico general, la debilidad, la inmovilidad, la angustia, el miedo..., propios del
proceso terminal que condicionan su calidad de vida.